Adoptados por tres gatitos

Adoptados por tres gatitos

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Presentando: los felinos

La inesperada influencia de unos bigotes

Sabíamos que al estar en el campo, eventualmente tendríamos que tener un gato.

R siempre quiso uno. Pero no lo quería en un apartamento. Además yo tengo alergias a todo, incluso a mi propio sudor, lágrimas, al racismo, la fanaticada, la discriminación, entre muchas otras cosas.



El árbol genealógico y la presión del ratón



Cuando adquirimos la casa y comenzamos a mudarnos, en el otoño el 2020, la gata de los vecinos tuvo crías. Una de ellas se la pasaba arriba y se le acercaba a R, a diferencia de los otros meninos, que aún salen corriendo con solo escucharnos. Cuando mi suegra venía, traía a Elena, y a Elena le gustó mucho ese minino, entonces Martina habló con la vecina y así tuvieron un nuevo miembro en la familia, a desdicha de su ya muy adulta gata, Mia. Esta nueva adquisición es una gata que se llama Flocky y, antes de que Martina hiciera la cita para esterilizarla, ya estaba preñada.



Raton

El destino estaba marcado: algún hijito de Mía vendría a nuestro hogar. R deseó un minino y una minina, les gatites.
Por mi parte, empecé a buscar alternativas medicinales para evitar una alergia, ya que no quería sufrir la tortura de tener un par de peluches en la casa y no poder espicharles. La solución fue rápida y efectiva, pero no 100%: medicina china, exactamente la acupuntura y una dieta sin productos lácteos y muchas hierbas (seguramente si alguien sigue la dieta china a la perfección, tendrá resultados 100% efectivos).
Mi médico tiene gatos y les ama, entonces puso gran atención en esta meta conjunta.

Les gatites nacieron el 15 de julio. Fueron 4, 3 chicos y 1 chica. 2 amarillos con blanco, como la mamá y la abuela, 2 blanco y negro. B/W eran la parejita. R escogió la parejita en blanco y negro, así como los nombres, provenientes del mundo de las telecomunicaciones: Alice y Bob. Pensamos que lo mejor no era traerlos a casa al mes, como se suele hacer, sino el tiempo que Flocky lactara, el tiempo necesario para que ellos no se separaran de la mamá abruptamente, lo que fue dos meses.

Así mismo, cerca de esa fecha, un fin de semana antes del septiembre 15, estuvimos fuera el fin de semana. La casa no estuvo del todo sola, porque mi suegra estuvo allí, pues estuvo limpiando Mordor, lo cual hizo que lo que estuviera por ahí vivo se moviera, se mudara. Y así fue como tuvimos a nuestro regreso un encuentro con un par de ratones, los cuales ya habían probado mucha de la comida que había en las alacenas.

Pudimos atraparlos, eran muy pequeños, y los dejamos en el campo, lo más lejos posible de la casa. No fue fácil cogerlos, y nos tocó botar mucha comida, entre las cuales había algunas delicias de mi terruño y muy buen café.

Este percance fue rápidamente superado con la llegada, esa misma semana, de les menines. Eran muy pequeños, y ese día se quedaron dormidos entre las piernas de Roli. Como yo hasta ahora empezaba tratamiento, no sabíamos cómo iba a reaccionar, por lo cual los ubicamos en la biblioteca, abajo, y no los dejaríamos entrar a los cuartos.

La primera noche los dejamos entre una cobija, juntos, y los dejamos en ese cuarto. Como no estaban vacunados, aún no era recomendable dejarlos salir. En el campo hay muchos gatos sueltos y era un riesgo. Al otro día, cuando fuimos a darles su desayunito, estaban en la misma posición, muy junticos, dentro de la cobija.

Día tras día la dinámica con ellos fue cambiando, como todavía pasa, y así nos adaptamos a ellos. Cuando hacía el almuerzo, pues ellos estaban ahí, muy pendientes, entonces les hacía una sopita y luego los dejaba dormir en las sillas del comedor. A excusa de esto, organizaba mis días para poder quedarme en las tardes leyendo en la cocina, cerca de ellos.
Ambos rompieron el hielo rápidamente con Roland. Todavía es definitivamente su humano favorito.

A pesar de que son gatos finqueros y que se la pasan afuera, ambos se han vuelto cariñosos. Ya pronto cumplen un año. Alice es muy tierna, siempre duerme de día en la cama de la sala o en el establo. Siempre sale de noche. Caza ratones pero no se los come. Una vez cazó un topito. Qué pesar. Es una damita, no riega cuando come y nos da cabezasos de ternura, se arruncha y ronrronea. Alguna vez la mordió otro gato en la cola y estuvo malita un par de días.
Bob está con nosotros en el estudio casi siempre. Su sitio es una silla. Es muy ruidoso, cuando está por ahí o llega, maúlla muy duro, se hace sentir. A la hora de comer, es un reloj. Cuando salimos a caminar, nos acompaña, siempre y cuando no vayamos muy lejos. Se esconde en el heno servido de las alpacas y duerme detrás del laptop de R. Algún día lo mordió una zarigüeya y estuvo malito, si poder salir ni jugar con sus hermanas (sí, en plural), dos semanas.

La llegada de las alpacas ni fue una gran aventura, pero todavía tiene sus gracias en la rutina diaria. Ellas ya no se asustan cuando van a comer y encuentran a Bob entre el heno durmiendo, y se entretienen viendo cómo Alice se limpia sobre el heno.
Poco a poco los acercamos para que se conocieran. Bob se acercó sin miedo y se olieron y reconocieron desde un principio, especialmente con Shako y Sunlight. Alice se pasa siempre por ahí, entre ellos, y guarda su distancia. Cuando estamos arriba, en la cima de la colina, estamos todos.


Alice de User A, Bob de User B, E de Entromedida


Malia, la jefa de las alpacas, mira el terreno y está al tanto de lo que pasa al rededor. Cuando un animal que no conoce está cerca, avisa. Es típico de las alpacas.
Pasa regularmente con los gatos que pasan por acá. Algunos los vemos mucho algunos días y luego nunca más; otros van y vienen. Los de los vecinos ya son reconocidos.
En abril llegó una visitante. De color pardo. Muy joven. Le calculamos 6 meses. Era muy tierna. Podíamos ver que no estaba muy bien. Aunque no es el primer gato que vemos en mal estado, sí era el más joven. No se acercaba mucho, se le veía nerviosa. Pasó un día y no se fue, así Malia la anunciara. Paso otro día. Otro día y se apropió de la caja de afuera de Alice. Rolis le dio de comer y le hizo otra caja. Ella se quedó en la de Alice y recibió la comida. Pasó una semana. Bob y Malia la aceptaron. Alice, de lejos. En ese punto no sabíamos si era hembra o macho, ya que no se dejaba coger, y le decíamos Visitante.
Se acercaba a la casa, entraba, pero en cuanto íbamos a cerrar la puerta, salía corriendo: la calle era su seguridad. Al finalizar la segunda semana de mayo, confirmamos que sí tenía cerca de 6 meses y era hembra: la casa se empezó a llenar de gatos, como cuando Alice entró en su primer celo, un par de días antes de esterilizarla. Pensamos que se quedara o no, lo mejor era esterilizarla. Y así lo hicimos. Demoró varios días en recuperarse, pero ahí nos perdió el miedo. Mi hermana vino con su familia, y todos estábamos muy enternecidos con esta intrusa, esta entrometida, con e de Eve.
Visitante, entonces, comenzó a comer con sus nuevos hermanos y a dormir con ellos en la cama de la sala. Visitante se convirtió en Eve, la que sale de día y pasa la noche en las cajas y camas que Alice y Bob ya no usan, la que se le tira encima a sus hermanos gemelos cuando se arruncha, la que se acerca, pero mantiene su distancia, la que hace las siestas en el mueble atrás de R. Comparten el plato de la merienda y toman el agua de afuera. Nunca está sola, está con alguno de nosotros, detrás de alguno de sus hermanos o en el establo. No sabemos si se perdió, si la sacaron de una casa, si llevaba mucho tiempo sola y perdida. Todavía es muy nerviosa, temerosa, pero ya no está desnutrida, su pelo ha cambiado y se nota que ha aumentado su peso y fuerza. No maúlla, nada más hace el movimiento, y ha perdido su bigote amarillo.


Días mininos


Si bien al crecer con un perrito siempre he sabido el poder de tener animales de compañía, el compartir nuestros días en casa con estos meninos es una ruptura a cualquier rutina. No hablo ni de energías ni nada místico, solo el tener miembros de tu familia que son tan diferentes a ti que tienes que salirte de tu realidad para volver a vivir el momento, disfrutar de lo que tienes aquí y ahora y jugar. Y enternecerte, un montón, así como tomarte el tiempo de compartir con el otro, con ellos, y crear un vínculo. Influencian a bien nuestros días, nos hacen reír, nos enternecen, me acompañan.
Cuando mi hermana viene, los niños son fascinados y mi hermana y cunado les enseñan a tratar con respeto a los animales. Cuando los amigos vienen, tienen un entretenimiento. Cuando mis papás vinieron, tuvieron una conexión, de hecho Alice nunca ha jugado con nadie a como lo hizo con mamá y Bob estaba muy cómodo cerca de papá. Cuando mi suegra, mi cunada y su familia vienen, los ven crecer.
Nunca vi a R tan enternecido, ser tan especial y cuidadoso. Cata dice que le crecieron sentimientos. Y los mininos lo disfrutan, por eso es su humano favorito.

Por mi parte, y acepté que no seré la favorita, pero, aunque R no lo creía posible, día a día se dejan espichar más.